"Lo más importante es el amor" 

Estelarizada por el genial Johnny Deep, esta película basada en el libro del mismo nombre nos habla de la necesidad de amor que todos los seres humanos experimentan y que no puede ser reemplazada ni por toda la riqueza del mundo.

El film se enmarca en un ambiente frío, en una ciudad que sufre un duro invierno, donde las personas caminan con sus rostros grises como las paredes de cemento de la fábrica de Willy Wonka… Algo sucede entonces, un mensaje a todos los ciudadanos informa que el Señor Wonka premiará algunas de las barras de chocolate con un tiquete dorado; el niño que obtenga el tiquete tendrá la posibilidad de conocer el interior de la fábrica de chocolate, lo cual es muy especial puesto que hasta ahora nadie ha podido entrar.

Y es justamente al atravesar el umbral de la fábrica de Willy Wonka cuando se crea una metáfora fantástica sobre el interior y el exterior de un ser humano. Adentrarse en la fábrica de chocolate para ver sus máquinas, sus obreros Oompa Loompas, sus fuentes de chocolate líquido y viajar a toda velocidad por un ascensor transparente que recorre cada sector, es internarse en las profundidades sicológicas de Wonka, un hombre con una sonrisa impecable…, tan impecable que se torna engañosa y casi terrorífica porque lo que muestra su exterior es una máscara para el dolor interno.

De este modo llegará a la vida de Wonka un niño llamado Charlie, quien vive con su familia en una pequeña habitación, en uno de los vecindarios marginales de la ciudad y gracias a su buena suerte cumplirá el sueño de entrar a la fábrica al obtener uno de los tiquetes dorados. Cuando aparece este niño en la historia se completa magistralmente la metáfora: un hombre adulto que vive dentro de una colorida fábrica de chocolates y dulces, pero cuyo interior es tan sólido e impermeable como el cemento que la recubre, pintándola de un gris profundo; y un niño que viste con ropas remendadas, pero su interior es todo colorido, sensible, transparente, dulce…, profundamente dulce.

Esta es una historia fascinante sobre la humildad y la familia, un viaje hacia lo más humano, donde Charlie comprueba que la vida es realmente dulce cuando se tiene a los amigos y a los seres queridos al lado, sin importar la cantidad de chocolates que se puedan comer; contrario a Wonka, para quien la familia es un obstáculo, una “cosa” prescindible, una “cosa” ajena. Superando los juicios de valor enraizados tercamente, este film nos pone ante dos espejos, uno llamado Wonka y otro llamado Charlie, cuyos reflejos a veces traen sabores muy dulces, otras veces amargos y, otras muchas, sabores agridulces.

Análisis de los personajes

Cada uno de los personajes de la película representa las virtudes y a los defectos del ser humano.

La virtud máxima está representada en Charly el niño que a pesar de su extrema pobreza, encuentra la felicidad en el amor por su familia. El niño representa el amor, el perdón, la lealtad, la generosidad, etc.

Willy Wonka el dueño de la fábrica de chocolates más grande del mundo oculta su necesidad de amor en una serie de excentricidades que hacen de él un personaje impostado.

Cada uno de los cuatro niños ganadores del premio para visitar la fábrica de chocolates, representan los defectos: La gula, la soberbia, la impulsividad, la envidia, el engreimiento, el exceso y otros.

Los Ompa Loompa, diminutos obreros de la fábrica, traídos del África, vienen a ser como los espíritus elementales de la naturaleza, pequeños seres llenos de sabiduría que señalan los defectos en el comportamiento de los niños.

Reflexión final

A partir de la presencia de Charly, Willy Wonka conoce el verdadero amor y encuentra el calor de hogar en la familia del niño que lo acepta como un integrante más. Su vida se vuelve más armoniosa y productiva porque consigue reconciliarse con su pasado y aprende a ver el mundo con los ojos del alma.